Por / Yenny Peguero
Santa Cruz de El Seibo.- A pesar de ser noviembre el mes de la familia, es bien saber que no es el único momento que debemos utilizar para reflexionar de la situación de los hogares en esta ciudad de El Seibo. Existen diversos problemas que agobian las familias, no solo del Seibo sino, también en de las demás ciudades y naciones. Son muchos los problemas de drogadicción en los jóvenes, alcoholismo, prostitución en las jovencitas, rebeldías en los adolescentes, divisiones entre los padres, falta de comunicación.
Los padres están muy ocupados en sus problemas tratando de buscar culpables de la situación en donde están metidos. Sus hijos no tienen el calor de ellos. la mujer no tiene calor de su esposo y por ende ella se vuelve más fria con él. Las heridas están por doquier en el ser humano y no tiene tiempo de amar como es debido.
Sin embargo, la palabra trae luz a estos problemas que invaden los hogares, trae una esperanza de vida para esas familias que se cree no tiene solución alguna. Esas familias que ven sus hogares destruidos, tienen la oportunidad de conocer a alguien que se atrevió a llegar a un madero y dejarse traspasar clavos en su cuerpo al punto de morir por causa nuestra, resucitando al tercer día para la resurrección de los que crean en él.
Es Jesús quien puede lidiar con los problemas del hogar seibano. Solo Jesús es el único que puede sanar los corazones heridos por el daño causado. Solo él puede eliminar la violencia intrafamiliar de los hogares. Es por eso que desde hace unos años atrás Jesús empezó a visitar El Seibo y se escucha de la misma boca de muchos como Dios ha estado reconstruyendo su hogar, cambiando sus hijos rebeldes, por hijos obedientes y sometidos, cambiando a los padres, dándoles pasciencia, amor, templanza para seguir adelante, comprensión mutuamente. Esto se consigue solo bajo el orden de Jesucristo.
Es por eso que ellos tras recibir tal bendición invitan a las demás personas a buscar de Jesús para que sus hogares puedan recibir lo que necesitan para llegar al matrimonio ideal, como lo diseñó Dios en el principio de los tiempos.
