Por / Yenny Peguero
Santa Cruz de El Seibo.- Un hecho inolvidable fue el que sucedió en esta Hidalga villa de Santa Cruz de Hicayagua, en época de la reconquista: LA BATALLA DE PALO HINCADO.
Dicha batalla ocurrió en lo que llamamos hoy el kilómetro 3,5, de la carretera Seibo-Hato Mayor, en 1808.
El día 6 de noviembre avanzó el jefe dominicano hasta Magarín y le pareció que el sitio no había sido bien escogido por el teniente Francisco Díaz. Apreciando que el paraje de Palo Hincado, a media legua al oeste de la población del Seibo, reunía mejores condiciones, llevó allí su gente y dictó sus ordenes para esperar a pie, firme al enemigo.
La lluvia no cesaba, con todas sus adversas consecuencias. En la madrugada del 7 de noviembre les escampó en el Hato de La Candelaria y Sánchez Ramírez hizo secar los fusiles al fuego, amunicionar la tropa y proveer las lanzas a los de a caballo.
Los reconquistadores llegaron entre las nueve y las diez de la mañana. El brigadier puso a Francisco Díaz en una posición de confianza en lo más alto del terreno. En el mismo lugar se instaló Sánchez Ramírez con su estado mayor, impartiendo ódenes para distribuir convenientemente sus tropas. Les advirtió que dicha acción era decisiva y no había marcha atrás bajo su lema muy conocido hoy en día: "Pena de la vida al que volviere la cara atrás, pena de la vida al tambor que tocare retirada y pena de la vida al oficial que lo mandare aunque sea yo mismo."
Las tácticas de guerra utilizada en esta batalla según el diario de Sánchez Ramírez fue la de convertir rápidamente el duelo a balazos a distancia en combate cuerpo a cuerpo. Los ejecutaron con tal destreza y osadía que solo hubo 7 muertos en su batallón.
De esta forma se libró la célebre batalla de Palo hincado, el 7 de noviembre de 1808.
Dicha batalla ocurrió en lo que llamamos hoy el kilómetro 3,5, de la carretera Seibo-Hato Mayor, en 1808.
El día 6 de noviembre avanzó el jefe dominicano hasta Magarín y le pareció que el sitio no había sido bien escogido por el teniente Francisco Díaz. Apreciando que el paraje de Palo Hincado, a media legua al oeste de la población del Seibo, reunía mejores condiciones, llevó allí su gente y dictó sus ordenes para esperar a pie, firme al enemigo.
La lluvia no cesaba, con todas sus adversas consecuencias. En la madrugada del 7 de noviembre les escampó en el Hato de La Candelaria y Sánchez Ramírez hizo secar los fusiles al fuego, amunicionar la tropa y proveer las lanzas a los de a caballo.
Los reconquistadores llegaron entre las nueve y las diez de la mañana. El brigadier puso a Francisco Díaz en una posición de confianza en lo más alto del terreno. En el mismo lugar se instaló Sánchez Ramírez con su estado mayor, impartiendo ódenes para distribuir convenientemente sus tropas. Les advirtió que dicha acción era decisiva y no había marcha atrás bajo su lema muy conocido hoy en día: "Pena de la vida al que volviere la cara atrás, pena de la vida al tambor que tocare retirada y pena de la vida al oficial que lo mandare aunque sea yo mismo."
Las tácticas de guerra utilizada en esta batalla según el diario de Sánchez Ramírez fue la de convertir rápidamente el duelo a balazos a distancia en combate cuerpo a cuerpo. Los ejecutaron con tal destreza y osadía que solo hubo 7 muertos en su batallón.
De esta forma se libró la célebre batalla de Palo hincado, el 7 de noviembre de 1808.
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